Moscas...

La iglesia de todos los domingos, la iglesia de óleos falsos y frescos semireales, mal sitio para las moscas de la fruta; las moscas de la fruta que no existen de domingo a martes ni de jueves a sábado; pero que en los miércoles cuando la lluvia cae como arrepentida y furiosa ellas comienzan a existir sobre la semirealidad de los frescos que deforman la carne hecha de pintura y bajo las escaleras blancas y frías que soportan otro tipo de carne; son ellas quienes engordan hasta que un pie las pisa intencionadamente, un acto que se describe como con pasitos ligeros que persiguen la furia de la vista hasta el momento en que la mosca es hecha líquido, fuera de la línea que siempre fue su naturaleza sólida; es cuando la iglesia se llena de manchas poco uniformes; un cuarto de líquido negro por aquí otro cuarto por allá, y el resto en algún lugar desconocido para mi, donde en un día de lluvia poco furiosa la mosca podría volver a recuperar su naturaleza sólida y volver a volar, a perseguir la luz artificial de los candelabros vanidosos que cuelgan sostenidos de los frescos y parecen tan estúpidos. Volar desde el principio sin dos cuartos de materia sólida para hacer pausas donde ella quiera, pausas de moscas de la fruta.
He encontrado una página donde se dice que las moscas seguramente han seguido al hombre desde la prehistoria y me parece algo estúpido y poco sensible. ¿Qué podrían buscar las moscas, (no solo las moscas de la fruta) en un hombre? ¿El cariño? ¿La paternidad? ¿El nirvana de una mosca de fruta? ¡Les dije! Estúpido y poco sensible que una mosca siga algo por tanto tanto tanto tiempo. Las que yo conozco no viven más de cuatro semanas el tiempo suficiente para engordar, ser aplastadas y seguir flotando en la interminable posibilidad del a resurrección sin dos cuartos de materia sólida para hacer pausas.
Pero mis pies se durmieron y me hacen cosquillas dolorosas… he comenzado a creer que no son moscas.